En 1971, año de fundación de TAFER, el sistema sanitario de Alhaurín el Grande era inimaginable para la mayoría de las personas de hoy. Para empezar, el asunto se dividía en dos: el primero el “platicante” y el segundo el médico.
El primero era llamado así porque ese era el nombre popular del practicante que ponía inyecciones, que luego se empezó a llamar A.T.S. y hoy día es el enfermero o enfermera que cada cual tenemos asignado con el médico que nos pertenece en la tarjeta sanitaria, (también llamado de cabecera). En aquella época había una mujer “platicanta” en la calle Convento, y dos “platicantes”, uno en la Plaza Alta y otro en la Plaza Baja.
La ‘consulta’ era la propia casa donde éstos vivían, pues apenas era necesario un metro cuadrado para poner una inyección. Si bien, en el caso del “platicante” de la Plaza Baja, hay que decir que este hombre tenía ocho hijos, con lo cual era imposible disponer de ese reducido espacio para ejercer en casa. Entonces él sí tenía una pequeña consulta cerca de su vivienda, en un patio con arcos y flores de la tristemente desaparecida Casa Grande, sita en calle Cilla, esquina a calle Rosales.
Los “platicantes” recibían a los pacientes en la tarde-noche, mientras que por el día iban por las calles del pueblo visitando enfermos que no podían desplazarse para ponerse la inyección. Cada uno tenía sus propios pacientes, eran los enfermos quienes decidían quien le iba a poner las inyecciones.
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